Una alondra en lo alto de un árbol vio a un hombre caminando a través del bosque sosteniendo una caja. Le preguntó al hombre: ¿Qué llevas en esa caja?
El hombre contestó: “Gusanos. Te cambio un gusano por una de tus plumas”. La alondra se arrancó una pluma y cogió su gusano y se dijo a sí misma: “¡qué fácil! ¿Por qué trabajar si obtener comida es tan sencillo de esta manera?.
Después de muchos gusanos, no había más plumas que arrancar para hacer el cambio.
Así la alondra no podía volar y estaba tan avergonzada que no volvió a cantar bellas canciones.
Como la alondra, podemos buscar atajos para obtener las cosas que necesitamos. Pero como la alondra, pagaremos un alto precio y aprenderemos que los atajos al éxito no existen.