No importa cómo de mayor o de joven seas, puedes ponerte y mantenerte en forma. Mantenerse físicamente activo es una de las principales recetas para mantener una buena salud a medida que envejeces, e incluso las personas que comienzan a hacer ejercicio cuando sean mayores puedan así disfrutar de los beneficios.
Estas son algunas de las maneras en que el ejercicio puede mantenerte joven a cualquier edad:
- Reduce el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes e incluso algunos tipos de cáncer.
- Reduce el riesgo de osteoporosis y fracturas óseas y aumenta la flexibilidad de las articulaciones.
- Mejora la función cardíaca y pulmonar, reduce la presión arterial y la grasa corporal y mejora los niveles de colesterol.
- Fortalece los músculos, lo que aumenta el metabolismo y ayuda a prevenir la susceptibilidad a caídas, lesiones y pérdida muscular después de los 30 años.
- Refuerza el sistema inmunológico, que comienza a decaer después de los 35 años y puede verse obstaculizado por el estrés.
- Mejora la salud mental y la funcionalidad, la autoconfianza y la calidad de vida.
Ya que el ejercicio es tan bueno para ti, ¿A qué estás esperando? Para que el ejercicio sea parte de tu vida:
Consulta con tu médico primero. Si has sido sedentario durante algún tiempo, realízate un chequeo antes de comenzar. Habla con tu médico para hacer un plan que se ajuste a tus necesidades.
Establece metas y registra tu progreso. Treinta minutos de actividad diaria en franjas de 10 minutos bastarán. Mantén un diario de la cantidad de kilómetros que pedaleas, por ejemplo, y visualiza cómo de lejos has viajado alrededor del mundo.
Elige una actividad que disfrutes y que puedas seguir. Las clases o los equipos de deportes recreativos pueden ayudarte a mantenerte motivado. Las buenas opciones de bajo impacto incluyen andar, andar en bicicleta estática, nadar y hacer aquagym.
Incorpora los tres componentes del ejercicio en tu programa. Asegúrate de completar tu rutina regular con actividad aeróbica, entrenamiento de fuerza / resistencia y mucho estiramiento.
Levanta pesas en casa. Llena jarras de leche con agua o arena, y levántalas por el asa. Usa una silla con un buen soporte para la espalda y no mantengas la presión del peso demasiado.
Agrega ejercicios de equilibrio para reducir aún más tu riesgo de caídas. Intenta sostenerte sobre una pierna mientras sostienes una mesa y luego cambia a la otra pierna.
Tómatelo con calma. Comienza lentamente y aumenta gradualmente la duración y la intensidad de tus entrenamientos.